Antonio Luis Ginés, (1967, Iznájar, Córdoba)
ROTONDA
Uno
escribe sobre lo que ve.
Por
eso no quería aquella habitación
con
vistas a la rotonda,
donde
el tráfico, fluido e incesante,
nos
llevaba a escribir
sobre
gente que pasa, sobre coches
que
no dejan rastro. Prefería vistas
a la
sierra pero no pudimos elegir.
Me
preguntaba en qué momento
había
sido uno de aquellos automóviles
que
no se detienen, corriendo
sin
la certeza de un destino.
Uno
no percibe a los demás
cuando
está dentro, formando
parte
de ese círculo, mientras la vida
en su
tránsito, nos desplaza.
Uno
escribe de las entradas
y las
salidas a la rotonda, de esa chispa
que
surge cuando dos vidas
transcurren
por el mismo instante.
Me
pregunto si no soy el que ahora,
desde
fuera, escribe sobre el de dentro,
como
si le conociera.
¿ACASO NOSOTROS?
Tras los dibujos de mi hija, de
trazo
incierto, escribo este poema.
Observo sus garabatos.
Tratan de definir una casa, una puerta,
unas ventanas, y un par de figuras
jugando afuera.
Recorro cada línea, cada silueta
inacabada. ¿Quiénes son?
Apenas reconozco esas formas.
Lo que mi hija quiere dibujar
está ahí. Quisiera hacerlo mejor,
dejarlo todo más claro
pero la casa, las figuras,
tienen su propia versión de las
cosas.
No parecen contar con nuestro
asombro
para cambiar de vida.
DEGAS CONMIGO
Un viejo cuadro,
reproducción de Degas,
es lo único que conservo, lo demás
ha ido desapareciendo.
Degas me acompañó por varios pisos,
estancias en que las bailarinas
seguían dibujando sus piruetas.
Bailaban para nosotros, y ese cuadro
que mi madre tocó, mi padre
llevó a enmarcar, y luego estuvo
encima
de la cama de mi abuelo
durante algunos años, ahora,
está aquí conmigo, como si pudiera
decirme algo sobre todos ellos.
Lo observo: las bailarinas siguen
tan jóvenes.
Parecen mirarme,
no sé si es asombro o costumbre
pero salen a bailar cada noche
cuando la música calma nuestro
cansancio,
y el tiempo se cansó de esperarnos.
(del libro “APRENDIZ”,
Isla de Siltolá, Sevilla, 2013)
POEMA
DEL CELADOR
De
pronto el pijama puesto, el contrato
firmado,
y otra vez las carreras, los ascensores
siempre
llenos, las discusiones,
mudar
la piel, la voz, otra realidad,
luchar
por un poco de dinero.
Días
perdidos de sueño.
Horas
de intranquilidad y de dudas.
Tratar
con gente, poner
una
sonrisa cuando sólo hay dolor
y
miedo en los rostros, hacer
como
si no viera cada hueso roto,
cada
herida abierta, cada mueca,
moldear
las frases, decir:
Tranquilo, se curará, sin saber siquiera
si
será así o si no llegará a mañana.
Decirle
a los familiares que gritan
angustiados,
que lloran en el pasillo
que
su hija, su nuera, su madre
no se
ha tirado desde el tercero,
que
no tiene las piernas rotas, la cadera
jodida,
que sólo perdió el equilibrio,
que
no repite, mientras la cambiamos
de
camilla, con un grito afilado,
que
sólo quiere morirse dios, morirse
de
una vez por todas.
(del libro “CELADOR”,
Ayto. de Priego de Córdoba, Córdoba, 2012)
Antonio Luis Ginés
En Córdoba con la poeta Concha García, noviembre 2015.
(1967, Iznájar, Córdoba)
Desde 1995 viene publicando algunos libros de
poesía, destacando quizás “Animales perdidos” (2005, Plurabelle), “Picados suaves sobre el agua” (2009,
Bartleby), y “Aprendiz” (2013, La
Isla de Siltolá).
En el género de los relatos también tiene
publicados una par de libros, el más reciente: "Teoría de lo imperfecto"
(2015, La Isla de Siltolá). Co-fundador de la Asociación Cultural Mucho Cuento.
Ha participado en alguna que otra antología y
también ha ejercido la enseñanza en talleres
literarios-creativos durante algunos años. A veces ejerce la crítica literaria
en los Cuadernos del Sur del Diario
Córdoba.
Permanece muy atento en este encuentro
con la vida y la poesía, en un aprendizaje interminable, en el que las dudas
son imprescindibles para seguir planteándonos nuevas búsquedas.
Sigue escribiendo.
Fotografías del autor. |
ha sido un placer pasar por tu blog. Te invito a navegar el mío. Un abrazo
ResponderEliminarhttp://andreszuniga-escritor.blogspot.com.ar/