domingo, 16 de junio de 2013

REEDICIÓN (SUPEREDICIÓN) DE “CORDELIA EN GUATEMALA”.
por Pablo Rassetto.


Este libro es un Gran Libro. Es un acierto que se reedite porque a algunos se nos pasó por alto, y porque es evidente que este Libro lejos de haber envejecido está en el momento de mostrar todas sus virtudes. Se nos pasó por alto en la vorágine y la estupidez y creímos que era un libro más. Pero no lo es. De ninguna manera lo es. Este libro te lo lees de una sentada porque salta de un lado a otro, repite, espejea, canta, recita y hace muecas, baila. Pero podés volver a él y te va a dar la oportunidad de comprobar que en un Gran Libro esas ocasionales gracias se implican en algo más y mayor: la Forma. Es decir que están implicadas en una intención que solamente se comprueba a través de la relación de cada una con el todo del libro (Y de una vida).
Después de eso, podrás abrir el libro en cualquier parte y reír, llorar, meditar, soñar según tu estado de ánimo: Cordelia siempre va a estar alli, y nunca, nunca, nunca, te va a dejar a gamba.
Cordelia está en el centro de la ironía que recibe – que está dispuesta a recibir – el furibundo vendaval de las peores desgracias y del éxtasis, sabiendo que la contingencia lo devora todo. Así es que decide incorporar el lenguaje que llama ARTEFACTO, MAQUINA VERBAL a un poema ,al lado del que lo llama UN INSTRUMENTO DE SENTIR , o UN SEÑUELO. Y puede ironizar, creo yo que para relativizar con bondad y también para indicar que se está engullendo todo todo, las imposiciones de los académicos y las del lenguaje sentimental de los aficionados.
De tal manera que es un libro para todos y que guarda en sí el deseo y las posibilidad ideal de todo arte: atravesar transversalmente las expectativas de la sociedad y del tiempo al que pertenece.




24 y 25 de mayo. Una lectura de Cordelia en Guatemala. Geopoesía.
por Paula Ramírez.


      La poesía, como el conocimiento, está organizada mediante centros de poder, regiones subalternas y grupos subordinados posibles de mapear. Los lugares y los colores tienen una función medular en este mapeo por los espacios internos y externos que transitamos cuando leemos poesía. Graciela Cros comparte y posibilita que nos encontremos en el territorio de la creación, con todo lo que éste puede dar de sí, sin pretensiones de fijar los sentidos.
Cordelia en Guatemala cuestiona el imaginario local establecido como global o universal, erigiéndose como una poesía otra (Otra no solamente por ser nueva y distinta sino por estar conectada con una experiencia histórica común: el colonialismo, frente al cual resulta necesario producir una ruptura, una transformación en las relaciones sociales desiguales y de dominación que construyen a los sujetos y a sus mundos).
      La obra va dando cuenta de un proceso, en el cual Cordelia recrea su vida; esa recreación más que un “recreo” o descanso para luego volver a lo mismo, es un cambio de posición en las relaciones mantenidas por ella y que la constituyen, la de hija, la de amante, la de extranjera… transitando desde una posición en que no tiene voz a una en que tiene una voz propia y polifónica, a la vez.
     Este libro de poemas todo, tiene una alta concentración de sentidos, que hace que cada quien pueda identificarse y reflejarse, enojarse y pelearse, reírse y espantarse, acercarse y alejarse, incluyendo las voces “cultas” y las voces populares para que sean escuchadas desde un lugar preciso. Va articulando elementos que fuera del arte no se articulan, abriendo posibilidades insospechadas e inéditas de representarnos y representar el mundo. De este modo, nos permite sentir y pensar, imaginar, que las cosas pueden ser y hacerse de otra manera.
    En esta historia que cuenta la poeta, Cordelia pone un Huevo, que son varios huevos conforme aparecen distintas miradas sobre él en el transcurrir poético. Nos dice que las mujeres podemos poner huevos! (cualidad exclusiva de los varones desde la mirada patriarcal colonial). Entonces tenemos huevos, los empollamos, les otorgamos los contenidos y los vacíos a nuestros huevos, y hasta exigimos a veces que no nos rompan los huevos, nuestras creaciones, nuestros puntos de vista, nuestras búsquedas.
    Esta Cordelia en Guatemala nos presenta una cartografía de lugares inapropiados, lugares y posiciones que no están en los mapas “oficiales” de las relaciones humanas habituales, en medio de una búsqueda emprendida por un personaje que es un sujeto inapropiable, invitándonos a hacer de lo imaginario una virtud.


Gardel en Casares

a mi padre, Antonio Cros, en su memoria.  







Como en un cuento borgeano me cuesta decidir si esta historia que voy a referirles me la contó mi padre o la soñé. Prefiero imaginar que fue él quien me la hizo conocer ya que se presta más a que la relate un varón y si ese varón tiene su estampa, mejor. Lo digo porque esta crónica, a mi juicio, es bastante cinematográfica y mi viejo, ponderada combinación de Hugo del Carril y Alberto de Mendoza, tenía una pinta bárbara, y hubiera dado muy bien en una película de aquellos años.

Él me contó que una noche del invierno de 1951, con un frío de la gran siete, así dijo, viniendo del Club Social por la avenida, dio vuelta a la esquina del Bar Terán pegado a la pared y se tragó a un tipo que venía en sentido contrario, la cabeza gacha para protegerse de la baja temperatura, igual que él. El hombre trastabilló y se desparramó en la vereda. El choque y la sorpresa  los dejaron a los dos unos segundos en suspenso. Enseguida mi padre lo ayudó a pararse.

Primero pensó que lo había lastimado por lo que tardaba en acomodarse, después notó que era un tipo de cierta edad (mi viejo apenas había superado la barrera de los 35), atildado, empilchado como un maitre de cabaret, con un aire medio fuera de época y bastante entrado en kilos.

El hombre dio señales de recuperación y ante la pregunta acerca de su estado, lo tranquilizó, restándole importancia al encontronazo y ahí nomás lo invitó a tomar una ginebra. Mi padre cuenta que aceptó para no desairarlo y que entraron al Bar Terán donde quedaban algunos de los parroquianos habituales.

-No, qué me voy  lastimar, venía distraído, recordando cosas -comentó. Le faltaba la chalina de seda blanca, el funyi, y estaba completo: ¡qué pinta de tanguero tenía el tipo! Lo ayudaba la voz, porteña y clara, pero al mismo tiempo escondida, plegada como un pañuelo doblado en cuatro. Al hablar se demoraba en soltar las palabras, parecía que las saboreaba deleitándose en su paladeo, ¡qué facha de tanguero tenía!, dice mi viejo que pensaba.

Cuenta que no podía dejar de mirarlo. ¿Qué hacía un personaje así en la helada noche de Carlos Casares? El aplomo y la cancha que desplegaba le resultaban casi familiares, lo remitían a algo conocido, sin embargo no acertaba a descubrir por qué. En realidad, era un tipo estrafalario, pero, había que reconocerlo, ya recompuesto tenía un no sé qué confiable, entrador y convincente.

Se reanimó en unos pocos minutos y cuando le trajeron la ginebra, se la mandó al buche de un saque y pidió otra. Debajo del sobretodo llevaba un traje cruzado, de corte antiguo, a rayitas. Mi padre me contó que no aguantó y le dijo:

-¿Y usted, qué anda haciendo por aquí?

El tipo, bien canchero, lo esquivó desde una sonrisa de dientes perfectos, blancos como el pelo acicalado y prolijo. Tendría 60 años y en lugar de responder a su pregunta se limitó a seguir sonriendo y no contestar hasta que dando un golpe en la mesa, demudado, soltó:

_¡Pibe! ¡Mi sombrero! –. Mi viejo cuenta que saltó de la silla y en unos minutos regresó con el funyi al que una ráfaga helada había arrastrado  hasta la puerta de la intendencia. Era un ejemplar de fieltro negro, muy usado pero de buena calidad.

-Hay que abrigarse, mi amigo. Este frío es una mierda –cuenta mi padre que le dijo antes de largarse a hablar. A hablar de tango. Sabía un montón. Decía que había viajado mucho cuando era joven, que tenía cantidad de amigos músicos y que el tango le gustaba de alma. Conocía detalles de orquestas, intimidades de autores, compositores, cantantes; temas, grabaciones, sellos discográficos, películas del primer cine sonoro, de todo. Una memoria notable y una sonrisa a prueba de balas. Al hablar, la cara, redonda como la luna, se le iluminaba a partir de la boca que no dejaba de sonreír.

Después de dos horas de charla y varias ginebras, ya bien entrada la noche, mi viejo cuenta que, pensando en el madrugón del día siguiente, se despidió del ocasional interlocutor y se fue a su casa. Mientras cruzaba la plaza se iba despabilando sin dejar de recordar la voz y la simpatía del desconocido contertulio.

Ya en la cocina, desvelado, puso agua en el fuego para tomarse un mate y sin saber por qué, empezó a tararear:

“Volver, con la frente marchita... Las nieves del tiempo platearon mi sien. Sentir, que es un soplo la vida, que veinte años no es nada... ”, y ahí algo pasó, algo lo hizo callar y erizarse.

Se quemó al sacar la pava del fuego y salió corriendo.

Fue por Hipólito Irigoyen hasta la Avda. San Martín, patrulló el centro para arriba y para abajo, rastrilló Maipú, Chacabuco, Lamadrid, Sarmiento, Cnel. Suárez, todas, caminó por la Avda Maya una y otra vez, fue a la estación, no dejó calle sin andar: el tipo había desaparecido, el Bar Terán cerrado y no quedaba gente a quién preguntar si lo habían visto.

Cuenta mi padre que esa noche se acostó pero no durmió y que al día siguiente, a pesar de no poder comentarlo con nadie, estaba seguro, pero seguro seguro, que el célebre muerto en el accidente aéreo de Medellín no estaba muerto y que la noche anterior habían tomado varias ginebras juntos en el Bar Terán.  







jueves, 6 de junio de 2013

Performance coral poético musical "HACER LA DE ELVIS" y presentación de la nueva edición de "CORDELIA EN GUATEMALA" de Graciela Cros.


Ediciones "La liebre gris"
invita
a la performance coral poético musical


"HACER LA DE ELVIS" 

y
presentación de la nueva edición de
 
"CORDELIA EN GUATEMALA"

de Graciela Cros.


Jueves 13 de junio, 19.30 hs., Biblioteca Sarmiento, Centro Cívico, Bariloche.

ENTRADA LIBRE Y GRATUITA:
 
En escena colectivo super especial de artistas invitados:
Carolyn Riquelme
Cecilia Fresco
Diego Reis
Eliana Navarro
Horacio Herman
Marcela Saracho
Melissa Bendersky
Paula Ramírez
Paula Yende
Sebastián Di Silvestro
Vanessa Arroyo Whitheman
Pablo Rassetto, guitarra, voz y comentario sobre la obra

y

los tangos de
                       
"La trifecta":
                     
                       Juanjo Miraglia
                       Camila Bendersky
                       Alejandro Otsubo y
                       Javier Trincheri.
Video/Cine: Martina Cianis.
Diseño gráfico: Hernán Pirato Mazza.
Sonido: Gabriel Pirato Mazza.

Están cordialmente invitados!
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Comentarios a la obra "Cordelia en Guatemala":

La autora expresa o explica por qué no puede o le cuesta “hacer la de Elvis”, “la de Cordelia”, “la de Guatemala” o “la de abandonar”.  En versos centrados, con repeticiones en mayúsculas, con una voz que no afloja, consigue ser vigorosa, humorística, sensual y lúcida. Cita a Lamborghini sobre la parodia, pero lo de ella es más bien la tragicomedia. Por ejemplo dice: “El camionero de Memphis / Dispara su voz de vago melocotonero / Canta Trouble / Mostrándome el señuelo / De su gorda boquita pastillera”.



Elvio C. Gandolfo.



Como en los escenarios barrocos de Velázquez, tan plenos al primer golpe de vista, con su alarde de detalles casi naturalistas, y al mismo tiempo tan ilusorios, en su profusión de espejos, tapices, autorretratos del pintor en el acto de pintar, fragmentos de una representación otra, Cordelia en Guatemala, de Graciela Cros, impelido por la fuerza de una pregunta curiosa, (“¿quién se atreve a hacer de lo imaginario una virtud?”), se despliega ante el lector como un espectáculo y un espacio desconcertante y lo que en él prima es la puesta en abismo. Texto consciente de sí mismo, que presenta a un sujeto consciente de sí mismo hasta la exasperación, que no nos abandona sin antes aclararnos que nos abandona, y cómo, y por qué, y lo que hizo antes y lo que hará después de abandonarnos, en una estructura circular o cinta de moebius literaria que remite infinitamente a sí misma, se escapa de la aprehensión crítica porque se desplaza continuamente y continuamente invita a ser releído.

Anahí Mallol.


Datos de la autora:
Graciela Cros publicó los siguientes libros de poesía: Poemas con bicho raro y cornisas; Pares Partes; Flor Azteca; Decimos; La escena imperfecta; Urca; Cordelia en Guatemala; Libro de Boock; La Cuna de Newton; Hacer la de Elvis-Re/escriturasMansilla y esta nueva edición de Cordelia en Guatemala. En España la editorial Amargord prepara la publicación de su obra reunida "Cantos de la gaviota cocinera" (1985-2013).
Como antóloga preparó Marcas en el tránsito, Antología de Poetas Jóvenes de Bariloche , Selección y prólogo, (Último Reino, 1995).
En narrativa la novela Muere más tarde (Colihue, 2004), Primer Premio de la Secretaría de Cultura de la Nación por la Región Patagónica, además de tres volúmenes de cuentos de autoría compartida. En 2003 editó el disco compacto Cordelia en Guatemala / Poemas leidos por su autora. Su obra, traducida y distinguida en numerosas oportunidades, aparece en antologías del país y del extranjero como Poesía en tierra (Fondo de Cultura Económica, 2005), Antología de Poesía de la Patagonia (Cedma, Málaga, 2006);  En el revés del cielo, Diálogo entre dos orillas (Paradiso, 2006) y la reciente 200 años de poesía argentina, selec. y pról. de Jorge Monteleone, (Alfaguara, 2010).
Del 2008 al 2011 mantiene la biblioteca virtual de poesía “Una de poetas”, en el diario digital Bariloche2000 www.bariloche2000.com y actualmente lo hace en el blog del mismo nombre http://unadepoetas.blogspot.com.ar. Reside en San Carlos de Bariloche donde dicta talleres de poesía y escritura creativa.