lunes, 11 de junio de 2012

Irma Elena Marc, (Rosario/Corral de Bustos)

"... un hilo de agua cosía el vidrio por el lado de afuera"

 

 


del libro "Los cuerpos perdidos"
                                                                                    de próxima edición



LOS LUGARES QUEMANTES


Las plantas mutan año a año, después del viento y
de las heladas del invierno, algunas
de las que sobreviven,
mutan.
Ciertas plantas tienen la rara cualidad de parecerse a la más próxima,
la que daba flores fucsia  alumbra flores azules
y viceversa,
como una extraña forma de amarse de las plantas, una cualidad
lunar,
uno
se sonroja viendo
tanta imaginación
en una planta pequeña.
Lo he intentado muchas veces,
mis vecinas son
siempre
nenas  insensatamente heridas
por el  murmullo del lenguaje
y convierten en planta que muta
los lugares
quemantes





 
LO SOLAR Y LO OSCURO

La piel fulgura entre los bordes
de lo oscuro
que se abre
y lo solar.

Se sabe,  desnudar fascina
más que lo desnudo,
develar cautiva en el extraño
apareamiento entre piel y neuronas.

Se sabe, entrar en el mito siempre entraña riesgos,
textos sagrados muy antiguos hablan de un diluvio,
de cierta arca poblada por parejas de animales y una pareja humana,
cuentan que todo lo existente pereció en las grandes aguas
y que todo volvió a comenzar a partir de esos pocos.
Entonces, con inocencia y a su tiempo,
los cuerpos se encontraron,
nadie habló de Ley o de Pecado o de Caída
(¿Y si sólo pudiera hablarse de caída desde abajo?
 ¿Y si en lo alto, el descenso fuera simple perspectiva del vuelo?),
porque los episodios del rito eran sagrados,
lo que se abría y centelleaba eran los cielos,
lo demás,
materia oscura sumergida.
Se sabe, la evaporación es lenta
y la materia quemante del lenguaje
hace emerger lo que sí,
lo que no,
es la memoria atrás de la memoria,
del gran estruendo de las aguas
que cayeron sobre el agua
cuarenta días y cuarenta noches,
en lo que lo que lo solar y lo oscuro
fueron uno.
No pares.
                                                                                  


 

LAS LLUVIAS MATAN PESTES

Alguien dijo “queridita” para dar comienzo a un prolijo trabajo de demolición.  Dijo: -sos celosíma
la peor pesadilla
el ombligo del sueño
y le arrojó silencio a tus palabras
desechos  del corazón
dijo: -sos como la lluvia  hija de tus palabras-
las lluvias matan pestes
pensaste mientras dabas todas las gracias implícitas
y pedías las disculpas que necesitara
llovía intensamente mientras la oías masticarte con furia
controlada por la mejor educación
(oh, madre de tu madre
tus palabras aman
como perros salvajes)
y pontificó acerca de evitar interminables
malosentendidos y acerca de la salud y de la fluidez
del encuentro y la presencia y las almas y de Pulgarcito
y de Gulliver (habló hasta del cariño y del rescate)

y te dejó en estado de poema en condición salvaje y húmeda

un hilo de agua cosía el vidrio por el lado de afuera
la tormenta era un derrumbe vidrios adentro
y recordaste vagamente a Pound, algo como sé en mí como los vientos perennes
que arrojan aguas grises en acantilados sin sol
y las sombrías flores del Orco
te recuerden
y re-mató: no tenés sentido del humor, linda
chau * es hora de restaurar las almas
                                       
                                                       
                                                                  
                                                                             




TIEMPOS JADEANTES

  Con frecuencia discutía con ella, pero se trataba de un deporte, como si se pusiera un espejo delante de un gallo y se viera cómo luchaba contra su propia imagen.

                                               Flannery O` Connor                  

Le pregunté ¿Vas al Festi?
Dijo: No. Me invitaron a leer
          pero no pude ir
          estoy con problemitas
          personales
          y no me quise comprometer
          nada grave
          cosas del amor.
Pensé: escribe en verso y sonreí, después pensé ¿se peleó con su chica? Y se lo pregunté.
Dijo: ella no me quiere
          y yo tampoco
lo lamenté, recordando los fulgurantes ojos celestes, recordé que tenían hasta la voz parecida, la otra chica me había mostrado el lugar donde escribía mi amiga


poeta, pensé, entonces, cuánto se amaban. Le dije que escribiera, que el dolor se exorciza con escritura, que el dolor te vacía de vos y entonces viene a visitarte
el lenguaje
Dijo: qué duela nomás
           Yo sólo busco
            El amor verdadero
            Hasta que lo encuentre
Le dije que el amor la iba a encontrar a ella, mientras me apenaba su dolor y largué para el otro lado del mundo palabras de esperanza.
Dijo: el amor me fascina
          y me animo a todo
           yo la amaba pero no pudo ser
           ahora sólo quiero divertirme
           vos me entendés.
Pensé: se vienen tiempos jadeantes, quiere limpiarse con cuerpos el cuerpo perdido y miré las letras pasar, mientras pensaba en piedras escondidas entre las malezas
Dije: el amor es un gallo
          furioso
          en el fondo del espejo hay un mundo frío y secreto
          donde el sol no llega
      
      
   
 



      LOS CUERPOS PERDIDOS

Para la poesía, la juventud no basta; se requiere la infancia
 Giovanni Páscoli     

Yo no quería fallarle a papá
pero resulta que también quería encontrar  esa palabrita esa palabrita
en el colegio me enseñaron a escribir 
yoamoamipapámimamamemimayenelprincipiofueelVerbo
y yo quería empezar por el principio
para que me naciera el cuerpo
porque no es cierto que yo nací en Rosario, papá, yo nací en el lenguaje y tampoco es cierto que me fui, papá o que vos te moriste, papá, porque
uno no está acá o allá, en el Cielo, en el purgatorio o en el temido infierno, en la República Argentinayenelcentrodemipechounalatadesardinas, papá, uno vive en el lenguaje, papá,
sin la lengua no hay cuerpo,
y yo no quería fallarte, Papá, pero vos querías que yo hablara de las medidas de capacidad y de los volúmenes y de cosas que pudieran tocarse, que pudieran venderse y comprarse en una ciudad donde la gente se levanta, desayuna,

merienda y cena y estudia  y tiene diplomas y chapas y las lustra y los cuelga y trabaja y se casa y tiene chicos y se compra casas, autos y  all inclusive en Cancún.

Yo quería darte el gusto, papá, te lo juro,
pero tenía que buscar esa palabrita esa palabrita
                                                              



 
LA PERA

Mis hermanos son silenciosos
hablan poco y nunca hablan de ellos
dicen frases maravillosas como
bien, todo es maravilloso,
nunca hablan del pasado,
nunca buscan peras en el olmo,
nunca buscan olmos
ni peras.
Yo hablo mucho,
le pido al olmo lo maravilloso,
espero la pera

                                                                                     

EL ÁRBOL DE LAS UÑAS

Hace tiempo aprendí a no comerme las uñas
ahora
estoy  pensando que a mis palabras le sobran dientes
Mi papá me decía no te comas las uñas porque te va a crecer un árbol de uñas en la pancita
mentira no crecen árboles
crecen uñas que me rasgaron de arriba  abajo
de costado a costado,
ida y vuelta, varias veces
y ahora, las palabras con dientes que me trago
se comerán las uñas

                                                                                    
 

 

Irma E. Marc nació en Rosario y actualmente reside en  Corral de Bustos, Córdoba, es poeta y narradora, ha obtenido numerosos premios y distinciones, publica en numerosos blogs, páginas de poesías y revistas literarias del país y del extranjero. En 2010 fue una de las poetas convocadas al Festival Internacional de Poesía de Rosario. Todos los textos pertenecen al libro "Los cuerpos perdidos" de próxima edición.

                                                                                










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