martes, 29 de julio de 2014


Diario Río Negro. Entrevista realizada por el periodista Claudio Andrade. 3 de mayo 2014.

El refugio de una poeta itinerante.

Graciela Cros eligió a la ciudad en los años 70. “Aún hoy sigo descubriendo a Bariloche”, dice. El apellido de Graciela Cros es el punto de encuentro de dos destinos. Cros que en inglés suena a
cruz y a cruzar: veredas, calles, continentes. La cruz de la escritura como un oficio que exige máxima
disciplina, y, atado a él, el arte de cruzar tiempo y espacio con el cuerpo liviano, cuando se puede, si se puede. Bariloche es el refugio de esta poeta excepcional e itinerante. La zona de inspiración. La fuente. O también, quién dice, el sol que necesaria y ocasionalmente enmudece su pluma. Uno de sus libros, Libro de Boock, refiere a un microuniverso de la ciudad: su barrio. Bosques, calles de tierra, flores salvajes, tardes eternas y delicadas como las alas de un ángel. Son palabras perfectas que atestiguan un amor correspondido. Que invitan. Que seducen y lo explican
todo. Por qué Graciela Cros. Por qué Bariloche.
–¿Cómo recuerdas tu llegada a Bariloche? Me refiero a tus primeras impresiones del lugar.
–Vine por primera vez en el año 69 y luego a radicarme en 1971. Mis primeras impresiones
fueron extraordinarias, muy marcantes, como la de haber llegado a un lugar encantado, literario, la
aldea de montaña soñada a orillas del gran lago, los bosques, la arquitectura con sus techos a dos
aguas, las casas de madera, ¡la nieve!, recuerdo que para alguien que venía de Buenos Aires todo era del orden de lo mágico y se vivía cada día con la íntima convicción del inmigrante que sabe va a salir adelante por prepotencia de trabajo, y deliberadamente parafraseo aArlt.Yo no conocía a nadie en la ciudad, pero a nadie, literalmente, y a la semana empezaba a trabajar en LU8 Radio Bariloche, la única emisora entonces que funcionada en la actual Radio Nacional. Eso se
parecía bastante a un milagro.. No conocía a nadie y a la semana empezaba a trabajar en la radio.


Cros se ha convertido en el quinto elemento de la ciudad. Como lo es a su modo Chingolo
Casalla. Como lo fue hasta su muerte Diego Rapoport. Saber que está, que en unos días se presentará
en el marco de un recital de poesía o que podremos tomar un café con ella en cualquier momento,
representa otro milagro en el orden de lo cotidiano, parafraseando a Cros.

–Dicho esto, ¿cuáles crees son las razones más profundas o secretas que te llevaron a quedarte en Bariloche?
–La maravilla de la naturaleza, su cercanía, su imponente presencia, sin duda tuvieron que ver.
Luego la escala de la ciudad en ese tiempo, ese tamaño de pueblo chico que comenzó a ser grande
en pocos años donde uno caminaba por la calle Mitre y se iba parando a saludar y conversar con
conocidos. Me gustaron siempre más los pueblos que las grandes ciudades, será porque nací en uno
y vivirlos refuerza nuestro sentido de pertenencia y arraigo. Paradojal y paralelamente, hay cierta vocación de extranjería en mí –que aún mantengo– un espíritu de niña exploradora que hace que disfrute intensamente en el progresivo descubrimiento de un lugar.Y a Bariloche lo sigo descubriendo
aún hoy y eso me hace volver a elegirlo como mi lugar.
–¿Pero se mantienen esas razones para quedarte en la zona?
–Sí, se mantienen y han aumentado, quiero decir, llevo viviendo aquí 43 años, mucho más que en ninguna otra parte, mi arraigo es muy grande; toda una vida que me hace sentir patagónica
ciento por ciento y en particular, barilochense ciento por ciento; aquí hice mi familia, nacieron
y crecieron mis hijas, mi nieto, aquí desarrollé mi trabajo, escribí mis libros, hice docencia
poética y literaria, despedí a seres muy amados que partieron, planté árboles, coseché frambuesas,
hice dulce de mosqueta, junté leña, encendí el fuego, todas esas cosas cotidianas que son lo
más sustancioso de la vida aquí.
–¿Cómo estableces un puente, si lo hay, entre tus temporadas en Brasil y relación con Bariloche?
–Diría que ese puente es afectivo. Allá tengo un grupo de amigas muy queridas, argentinas que llevan más de 30 años en Brasil, y si bien iba desde 1984 a visitarlas, en el año 2000 alquilé una casita por primera vez. Fue una experiencia similar a la de mi llegada a Bariloche ya que la ciudad a la que voy es un pueblo, una ciudad pequeña de planta baja y primer piso, como me gusta decir, y allí como aquí estaba nuevamente todo por descubrir, desde el idioma, la música, la comida, la cultura, todo, y eso
me entusiasmó y sigue así hasta hoy. Tengo alma de flaneur, como dicen los franceses, nada me
gusta más que perderme sin rumbo por calles desconocidas.
–¿Cómo te imaginas tus días por venir en Bariloche y cómo es un día cualquiera tuyo en la ciudad?
–Imagino mis días por venir como éstos que vivo ahora, muy simples, con la familia cerca,
viendo crecer a mi nieto, con los amigos, la gente que quiero, en mi casa, en el jardín, compartiendo
charlas y comidas, con mis libros, mis poemas, mi gata, cuidando la huerta, viendo mis
flores, un vivir que cada día pretende ser más sencillo y armonioso, más zen, más para adentro,
en eso estoy, disfrutando de los pequeños detalles que hacen de la vida un fantástico, apasionante
misterio.

ALGUNOS LIBROSY PREMIOS.
Una quincena de libros de poesía y novelas constituye la obra publicada
por Graciela Cros desde 1968, con “Poemas con bicho
raro y cornisas”
hasta “Cantos de la gaviota cocinera” (2013).
Por varios de sus trabajos ha obtenido galardones.
En 1999, su novela “Al imperio” fue distinguida con mención de
honor del Fondo Nacional de las Artes, que también distinguió al
libro de poesía “La escena imperfecta” en 1998. Fue finalista del
Premio Emecé de novela (1997) por “Muere más tarde”.En el año
2000 la novela “Muere más tarde” (Editorial Colihue, 2004) recibe
el primer premio de la Secretaría de Cultura de la Nación por la
Región Patagónica. En 2004 ganó el premio de la Embajada de
España y el Centro Cultural de España en Buenos Aires “Marinero
en tierra”, en homenaje a Rafael Alberti, con su obra
“Cantos de la Gaviota Cocinera”, editado por Fondo de Cultura
Económica en 2005 y por la editorial Amargord de Madrid en 2013.

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